A quien corresponda:
Ha sido muy bonito. Me hubiera gustado poder decir esto -en presente- cada día de los treinta y cinco años que han pasado.
Ha sido muy bonito. Me hubiera gustado poder decir esto -en presente- cada día de los treinta y cinco años que han pasado.
Si no lo hice, fue porque el guión retenía este momento hasta el final, en un intento loable de mantener enfocado mi corazón. De ahí que galopase las horas y los días, corriendo de clase a clase, y de clase al recreo, y vuelta a correr a clase, y reuniones, y correcciones exprés, y vacaciones, y mil rutinas y ritos más... Ufff...
Comprenderéis mejor lo que he sentido, si os leo una cita breve del capítulo XXI de “El Principito”, que dice así:
«Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, ya desde las tres comenzaré a estar feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. Al llegar las cuatro, me agitaré y me inquietaré; así descubriré el precio de la felicidad. Pero si vienes en cualquier momento, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón... Por eso es bueno que haya ritos».
Debido al enorme montón de vivencias acumuladas, no es posible -al menos a mí me resulta complejo- detallar la gratitud que siento por este trabajo.
Soy consciente que he sido un privilegiado; que he tenido la fortuna de disfrutar -en primera fila- de un periodo muy hermoso de la vida de nuestros chicos y chicas; y que lo he podido repetir y repetir una infinidad de ciclos, para así mejor comprender de ellos lo obvio y lo menos obvio. Gracias, pues, a las diez mil causas por tantas y tantas señales vitales de las que he sido testigo cada día.
Han sido unos años magníficos donde ha funcionado todo esto de que os hablo, ya que la química ha sido muy generosa conmigo. Por eso, en esta tarea maravillosa el trabajo ha sido fácil; lo complicado, sencillo. Y el día a día: la realización de una película (o muchas) con todo su encanto.
Haber disfrutado en el mundo laboral ha sido todo un lujo; un salario emocional impagable (no al alcance de la mayoría, por desgracia) que, allá donde vaya y siga por donde siga este río que me lleva, siempre permanecerá en mi memoria, con mi más sincero agradecimiento a quien corresponda.
Gracias de corazón… por todo lo que he recibido.
Codorníu.